jueves, 26 de enero de 2017

Se "DESGAÑITAN con el MURO,PERO SI YA HAY MURO"...y no ha servido de mucho.


¡Construyamos ese muro! Ese fue el lema de campaña más atractivo de Donald Trump, pero ¿qué significa? ¿Importaría que los Estados Unidos invirtieran en un proyecto de obra como este?
En México comienza a haber algo de consenso, a nivel informal al menos, en el sentido de que el muro como proyecto tiene algo de irrelevante. Cementos Chihuahua incluso se ha ofrecido como proveedor. ¿Quieren un muro? ¡Construyámoslo! Incluso hay quienes piensan que una obra así podría beneficiar a México. ¿Tienen razón? 
Finalmente, es verdad que existe ya un muro. Que lo del muro no es novedad. Desde 1994 los Estados Unidos han invertido en sellar su frontera con México, y hoy alrededor de mil  kilómetros de frontera están bordeados. 
Esa obra costó alrededor de siete mil millones de dólares, amén de lo que cuesta anualmente en manutención. Si extrapolamos a partir de esa cifra, construir un muro sobre los alrededor de dos mil 300 kilómetros faltantes costará unos 15 mil millones de dólares, más o menos, además del mantenimiento, y sin estimar costos por demandas judiciales por violaciones a tratados ambientales, o adquisición de predios en casos de dueños renuentes a que se construya en sus terrenos, o las compensaciones que habría que pagarle a la etnia tohono o’odham, cuyo territorio atraviesa la frontera internacional.

Además, los estadunidenses han invertido enormemente en aumentar el patrullaje de la frontera. En 1994 “la migra” (la Border Patrol) tenía cuatro mil 100 agentes, en 2015 tenía ya 21 mil. ¿Acaso la combinación entre una migra quintuplicada y los mil kilómetros existentes de muro no ha sellado ya la frontera? Veamos.
En 2015 las capturas de migrantes en la frontera fueron de arribita de 337 mil (230 mil son mexicanos), una cifra parecida a los niveles de 1970, y muy por debajo del pico de arriba de 1.6 millones de aprehensiones fronterizas de fines de los años noventa. Además, por razones tanto demográficas como laborales, el flujo de migrantes mexicanos a los Estados Unidos ha estado en números negativos desde 2009, y era cercano a cero desde 2005. Por último, está el hecho de que la mayor parte de los indocumentados que ingresan a Estados Unidos no entran por la frontera con México, sino por los aeropuertos, y con visas de turista. En 2015 la migra capturó, como dijimos, a 337 mil migrantes que cruzaron la frontera sin documentos, pero pescó a 527 mil indocumentados que habían ingresado legalmente, con visas de turista.
Por todas estas razones hay quienes argumentan desde México que si los Estados Unidos construyen un muro fronterizo no afectará demasiado a México. Finalmente, la gran migración mexicana a Estados Unidos básicamente ya concluyó, y lo del muro no será sino una concesión política a las bases políticas de Trump, que quieren tener en la migración un chivo expiatorio. 
El muro sería entonces un gigantesco expendio ritual, hecho para sosegar miedos que en realidad tienen otras causas, como la robotización, por ejemplo. Incluso, hay quienes especulan que un muro así podría beneficiar en algo a México (más allá de Cementos Chihuahua): el muro y el patrullaje actual obliga a los migrantes a atravesar por cruces difíciles o peligrosos, cosa que ha facilitado que Los Zetas y otros criminales del estilo controlen el flujo migratorio. Según cifras oficiales, ha habido más de seis mil 500 muertos en cruces fronterizos a Estados Unidos desde 1998. Hay también muchos miles de centroamericanos que han muerto en los cruces a la frontera sur de México —algunos calculan decenas de miles—. Además, según la CNDH, en 2012 hubo alrededor 11 mil migrantes centroamericanos que habían sido secuestrados y extorsionados por traficantes en México. Quizá una frontera norte totalmente sellada reduciría el uso de México como territorio de trasiego y, con ello, disminuirían algunas de estas cifras. Son algunas de las especulaciones que circulan hoy (al mal tiempo, buena cara).
No hay duda de que agregar otros dos mil kilómetros al muro ya existente entre México y Estados Unidos sería una mala inversión de los dineros públicos de Estados Unidos. El doctor Everard Meade, director del Trans-Border Institute de la Universidad de San Diego, ha alegado que los recursos invertidos en el muro tendrían un efecto muchísimo más positivo para la economía estadunidense si se invirtieran en mejorar la calidad de las carreteras y puertos de entrada en la frontera con México, que en la actualidad parecen galllineros. Tendría, además, un efecto político y simbólico importante. Tiene razón.
Invertir otros 15 mil millones de dólares en un muro, y miles de millones más en su mantenimiento, será invertir fuertemente en el aislamiento cultural y político de Estados Unidos, y será también una magna inversión en la representación de México como tierra bárbara, con todas las consecuencias que eso pueda tener. Como en la teleserie Game of Thrones, servirá para endurecer las relaciones entre una supuesta civilización y una supuesta barbarie. 
Y en una ecuación así el riesgo para Estados Unidos no será menor. En la valla fronteriza de Tijuana hay un graffiti que reza así: “Please don’t feed the gringos”. 

Fuente.-Claudio Lomnitz/Imagenes Google
Profesor de antropología de la Universidad de Columbia. Es autor de La nación desdibujada. México en trece ensayos y El regreso del camarada Ricardo Flores Magón, entre otros libros.

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