jueves, 30 de junio de 2016

En "TAMAULIPAS ELITES POLITICAS y CRIMEN ORGANIZADO" COMPARTEN HISTORIA...pero con "Cabeza de Vaca" el "castigo" tendrá que esperar .


El futuro del recién elegido gobernador de Tamaulipas, uno de los estados con mayor infestación de criminales en México, depende del castigo que se imponga a sus predecesores por pecados pasados como corrupción y colusión con redes criminales, según el autor de un nuevo libro sobre el tema.
La impunidad para contrabandistas, narcotraficantes y miembros corruptos de la élite política se remontan al origen mismo del crimen organizado en el territorio noroccidental de México, sostiene Humberto Padgetten "Tamaulipas. La casta de los narcogobernadores: un eastern mexicano".
Nos lleva a la década de 1930, en plena vigencia de la prohibición en Estados Unidos cuando los contrabandistas traficaban alcohol por la frontera que Tamaulipas comparte con Texas. Uno de los contrabandistas documentados fue Juan Nepomuceno Guerra, quien nació y creció en la ciudad fronteriza de Matamoros, donde fundó lo que ahora se conoce como el Cartel del Golfo.
Padgett pinta un retrato fascinante de Nepomuceno, a quien llama "el patrón". Este se mantiene intocado por las autoridades, pese al hecho de que le dispara a su propia esposa, la actriz Gloria Landeros, en un arrebato de celos en 1947. Increíblemente, ni siquiera la muerte del hijo del líder revolucionario Pancho Villa unos trece años después tuvo repercusiones legales reales para Nepomuceno.
Por lo menos dos calles en Tamaulipas llevan el nombre de Nepomuceno, y la colusión entre los dos poderes del estado —funcionarios y capos de las pandillas de la droga— se ha vuelto parte de la cultura. Padgett documenta ejemplos de esta relación simbiótica desde la década de 1930 hasta el día de hoy en una investigación que incluyó el examen minucioso de documentos y archivos históricos, así como viajes de campo de bajo perfil.
Tamaulipas ha sido fuente de la violencia más horrenda en torno a la droga desde el inicio de la campaña gubernamental contra el crimen organizado en 2006. En 2010, 72 migrantes centroamericanos fueron masacrados —presuntamente por los Zetas— y sus cuerpos arrojados en un rancho del municipio de San Fernando. En esa época, los Zetas estaban en guerra con sus antiguos patrones, el Cartel del Golfo. Padgett dedica un capítulo de su libro a la masacre.
“Si tú tienes una fosa de la que salen 300 cadáveres en San Fernando, no es porque haya ocurido un hecho insólito por generación espontánea; es una consecuencia de un proceso político, más que criminal”, afirmó Padgett en entrevista con InSight Crime. “El libro de Tamaulipas se trata de establecer la relación causal entre la corrupción y el efecto social”.
A la fecha, hay fugitivos dos exgobernadores de Tamaulipas, pertenecientes al Partido Revolucionario Institucional (PRI), buscados en Estados Unidos por acusaciones relacionadas con drogas: Tomás Yarrington (1999-2005) y Eugenio Hernández Flores (2005-2010). Durante el ejercicio de ambos, una empresa constructora supuestamente en un día pagó $500.000 pesos mexicanos al gobierno de Tamaulipas, en sobornos.
“Es narcotráfico del estado”, dictamina Padgett, quien cree que las investigaciones legales a Yarrington y Hernández son apenas la punta del iceberg. Padgett documenta una lista interminable de delitos cometidos a lo largo de los años por más de una docena de funcionarios de gobierno en Tamaulipas en relatos que parecen salidos de una buena novela de intriga política.
Uno de los ensayos del libro de Padgett, "Un político pobre es un pobre político", describe en detalle cómo, según los fiscales de Estados Unidos, Yarrington aceptó millones de dólares en sobornos del cartel del Golfo a cambio de permitir el flujo de drogas en el estado y la frontera con Texas. Ese dinero lo invirtió en propiedad raíz en Estados Unidos, algunas de cuyas propiedades han sido embargadas por las autoridades.
Aunque tanto Yarrington como Hernández Flores son requeridos por la justicia en Estados Unidos, aún tienen que ser capturados por el gobierno mexicano. Se dice que Hernández Flores apareció en una fotografía votando en las elecciones para gobernador a comienzos de junio, en las que Francisco García Cabeza de Vaca, del Partido de Acción Nacional (PAN), le ganó la gobernación de Tamaulipas al partido PRI del presidente Enrique Peña Nieto, por primera vez en la historia moderna.
Cuando Cabeza de Vaca asuma el poder el 1 de octubre, le corresponderá a él y a sus contactos en el gobierno federal decidir si aplican o no un castigo ejemplar a sus antiguos colegas como prueba sólida de que no se tolerará la corrupción. Pero en la historia contemporánea en México hay pocos ejemplos de castigo a políticos y miembros influyentes de la élite por colaborar con el crimen organizado, y ni un solo político figura en la actual lista de capos más buscados de México, sostiene Padgett.
Señala que el incidente "Casa Blanca" en 2014, que puso al descubierto compras de casas hechas por Peña Nieto, la esposa de este y su ministro de finanzas a prominentes contratistas del gobierno, pero en el que fueron absueltos de cualquier delito indica que la impunidad sigue siendo la norma para las élites políticas en México.
"No puedes explicar el fenómeno de la delincuencia organizada sin la permanente complicidad de las autoridades mexicanas", comentó refiriéndose a todo el país, no solo al tema de su libro.
Pero cuando se le preguntó si la preencia de tanta actividad criminal ha sido totalmente negativa para Tamaulipas en particular, Padgett se mostró dividido. Sin duda, dijo, el cartel del Golfo ha contribuido al desarrollo económico del estado.
“Quítales la migración —las remesas, quitas el dinero del comercio informal y quitas el dinero del narcotráfico... qué cosa tan cabrona se hace" para el estado, admitió.
Fuente.-

!!! VENGO a MATAR GENTE !!!,dijo "AGENTE FEDERAL en NOCHISTLAN"....cuando se impone mal el orden se genera "desorden".



“Ella si fue muy clara en eso: vengo a matar, vengo a desalojar, a abrir el tráfico de la pista y a matar gente”, recuerda David que esas fueron las palabras de la mujer policía federal querescató de ser quemada el 19 de junio en Nochixtlán durante el desalojo carretero.

David, integrante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), quien pidió ser identificado con ese nombre para la entrevista con La Silla Rota, tiene guardadas y tatuadas las frases de la uniformada, a la cual cubrió con su cuerpo para recibir los golpes y los insultos de los vecinos y compañeros de la Sección 22 que pretendían tomar venganza por los caídos de Nochixtlán.

Expone que es “irresponsable y criminal” que los mandos policiacos den órdenes a sus elementos de “matar gente”. 

El choque

La resistencia de los pobladores de Nochixtlán minó las fuerzas con que los policías federales sostenían el desalojo carretero. El cansancio por la actividad física y el calor aturdieron a los elementos, quienes se replegaron y buscaron refugio en sus unidades para recuperar un poco de energía.

Aquella mañana, como a las 10:30 horas, la distancia entre los bandos se acortó, los choques entre uniformados y civiles eran casi cuerpo a cuerpo. La detención que hizo la Policía Federal de un vecino de Nochixtlán provocó que de manera espontánea se generara el rescate, en esa trifulca hubo un descuido de los uniformados, la población recuperó al detenido y alcanzó a tomar a dos elementos –un hombre y una mujer- que participaban en el operativo.

“Había un convoy, no te miento como de 30 autobuses y patrullas, cuando empiezan a retroceder ellos, empiezan a subirse a sus autobuses, dejando siempre como un grupo de 40 policías cubriendo y defendiendo todo, sus autobuses, que se subieran y todo eso, también dentro de ese grupo el cansancio y el calor ya empezaban a caerse unos policías. En una de esas un chavo se les lanza así como luchador, se sube a las barras de contención de la autopista, y fue donde ahí lo golpean y tú quieres jalar a tu compañero a tu cuate y es donde entonces también recibes madrazos, pero dentro de toda esa trifulca alcanzan a jalar a dos policías, que eran un chavo y la mujer pues”, detalla.

David, quien estaba hasta el frente de batalla, platica que los elementos federales no se solidarizaron con sus compañeros, que no buscaron rescatarlos en el momento en que los civiles los tenían a unos metros.

“Sus compañeros policías federales simplemente los dejaron, ellos retrocediendo, retrocediendo, ellos nunca hicieron el intento de quererla recuperar pues o de decir ‘vamos por nuestra compañera’ como nosotros hacíamos, si herían a uno pues vamos sobre nuestro compañero hubiera o no hubiera balazos, pero nosotros era de ir por nuestros compañeros y en este caso de ese lado no se vio”, revela.


La venganza

Cuando los pobladores retuvieron a los dos policías federales el sentimiento de venganza les llegó, la idea de linchar a los uniformados para cobrarse las muertes de los vecinos registradas unos minutos. Así como amor con amor se paga, muerte con muerte se paga, explica.

La gente quería quemar a los uniformados, pero David y otro joven se abrieron paso entre los habitantes que golpeaban a la mujer policía y la protegieron con sus cuerpos, entre gritos trataban de decirles que ella les podía servir como moneda de cambio por otros detenidos.

“Se alcanza a jalar, le empiezan a quitar todo su equipo, casco, rodilleras todo, entonces la empiezan a jalar, jalar, y la empiezan a golpear, pero ahora sí que pensando en cabeza fría es donde actúas y dices ´pues no, a nosotros no nos conviene que nos manchemos las manos con ese tipo de sangre’, por eso fue que acudimos al rescate de la misma, para que se pudiese dar un intercambio de nuestros detenidos que no tenían nada que ver”, relata.

Fueron minutos de ir a contracorriente, en sentido inverso a una multitud que pensaba equilibrar la balanza de la muerte con un asesinato, indica David. Sin importarle que él también pudiera ser linchado, se arrojó a defender a la uniformada, la arropó con su cuerpo, otro joven se sumó a ese abrazo de vida que le daba a la uniformada.

“Tomo esa decisión porque es pensar en no dejarse llevar por la sangre caliente, porque por la sangre caliente puedes hacer muchas cosas que en un determinado tiempo pueden ser en contra, y nosotros la pensamos porque si ellos tenían de los nuestros, porque nosotros no tener de ellos. A la (mujer) policía le consta que la abrazamos para que no la siguieran golpeando, la defendimos y hasta nosotros mismos recibimos trancazos de las personas que estaban enardecidas, porque su ideal de ellos era prácticamente quemarla viva”, señala David.

El docente de la CNTE indica que la gente se le fue encima y le gritaban que se hiciera a un lado para que pudieran prenderle fuego a la uniformada, “quítate porque a esta la vamos a matar, no la defiendas que está del lado de ellos, pero nosotros le decíamos: es pensar en cabeza fría, nos sirve más viva que muerta pues”.

“Ella estaba así como en un estado de shock, la veía yo muy ida, como que no estaba en este mundo, le preguntamos a que había venido acá y la primera respuesta cuando se le golpeó: que la habían mandado a matar gente. Entonces de ahí la empezaron a golpear, golpear, y nosotros les decíamos pues ‘ya basta, ya estuvo, no son así las cosas, hay que calmarnos porque esto nos va a servir para una negociación’, ya hasta elle decía ‘díganles que no me golpeen’, por eso nosotros la cubríamos”, recapitula el profesor.

Aclara que pese a ese momento de furia colectiva, “en ningún momento se le echó gasolina (a la agente federal), la protección se le dio hasta que la llevamos a la ambulancia y hasta que la llevamos al atrio parroquial”.

“Ella si fue muy clara en eso ‘vengo a matar’, vengo a desalojar, a abrir el tráfico de la pista y a matar gente’ así fueron sus palabras”, asegura David, mientras sacude la cabeza como para expulsar esas palabras que lo enardecen.

A pesar de la ira que le generó la respuesta de la agente federal sobre la instrucción de “matar gente”, David no la soltó y se aferró a ella hasta evadir a la grupo que pretendía lincharla, “ya cuando se llegó al traslado y cuando se llegó acá, ya no se habló con ella, ya no se cruzó palabra, ya nada si le dijimos ‘aquí ya no te van a hacer nada, nosotros nos encargamos que ya no te toquen”.

La mujer policía federal fue llevada hasta una ambulancia, donde otro grupo intentó evitar que la subieran a la unidad con el objetivo de prenderle fuego en la vialidad. Entre gritos y jaloneos, nuevamente se evitó que se consumara la venganza popular. La uniformada fue llevada al atrio de la Parroquia de Santa María de la Asunción, que operaba como puesto de socorro.

David tiene el corazón divido entre dos emociones, pero afirma que hizo lo correcto al proteger a la agente federal de la turba, “como seres humanos podemos decir que sí, pero a veces escuchas la rabia de los familiares de los fallecidos y te dicen ‘hiciste mal en haberle hecho eso, la debimos haber matado’, pero es pensar con cabeza fría para no tomar ese tipo de decisiones a la tan ligera pues”.
fuente.-LaSillaRota

!!! MI HIJO NO ESTABA ARMADO,es UNA PENDEJADA GRANDE !!! DICE DIPUTADO FEDERAL de TAMAULIPAS....las armas siempre han sido "pendejas" en manos de "peligrosos",o al revés.?


Luego de que su hijo fue baleado por policías de San Pedro durante una investigación por una presunta venta de droga en el estacionamiento del HEB Fundadores, el Diputado federal por Tamaulipas Gustavo Cárdenas calificó como excesiva la acción de la autoridad.

"Mi hijo no estaba armado", recalcó el funcionario en entrevista a EL NORTE, "(los policías) le pegaron más de 7 disparos a la camioneta (de mi hijo).

"Fue exageradamente la situación en la que actuó la gente de la Policía (de San Pedro) ahí. Es una pend... grande".

NOTA RELACIONADA:

Cárdenas indicó que ya tuvo oportunidad de hablar con su hijo Javier Cárdenas Dávila, quien continúa internado en el Hospital Zambrano Hellion.

"Platiqué con él, lo único que me comenta es que fue exageradamente la acción que hicieron. La verdad no tengo todo el conocimiento, por eso no quiero yo equivocarme y después decir una pend... que vaya en contra de lo haya pasado", señaló.

"Yo estoy agradecido con Dios que tenga con vida a mi hijo, eso es lo que a mí me interesa".

El Diputado federal añadió que el estado de salud de su hijo es estable.

"Hablé con el doctor a las 2 de la mañana y me dijo que había terminado ya la operación; parece que está intentando hacer todo lo posible por salvar todo lo que está en riesgo".



Ante el rumor de que su hijo podría perder un dedo por el balazo que sufrió en una mano, el funcionario no dio detalles.

"(Mi hijo) estudia, está haciendo el verano ahorita. Está en la UDEM; está adelantando sus materias".

El joven, de 23 años, fue baleado la tarde de ayer por policías municipales en el estacionamiento del supermercado, en el sector de Valle Oriente.

Junto con él fueron detenidos Guillermo Madero Zueck, de 20 años, y Adrián García González, de 22.

Los tres iban en una camioneta Range Rover conducida por Cárdenas Dávila.

Además, la Policía municipal detuvo a Fernando Treviño Félix, de 19 años, y a Mauricio Flores Legorreta, de la misma edad, en un Mini Cooper.

La autoridad municipal acusó a los jóvenes de posesión de droga y de una presunta compra-venta de estupefacientes.

De acuerdo con fuentes oficiales, los policías realizaron por lo menos 28 disparos en el estacionamiento.

A través de un mensaje en su cuenta de Facebook, el diputado Cárdenas agradeció a quienes se preocuparon por la salud de su hijo.



Fuente.-

"TLATLAYA",OTRA HISTORIA CONTADA por "PATRICIA la SEXOSERVIDORA"...la historia la siguen contando los "vivos".


Llegó a Tlatlaya para dar sexoservicio. Estuvo cerca del grupo armado, de otras jóvenes que les hacían compañía. Recuerda a Érika y a su madre, Clara Gómez González, quienes, dice, están lejos de ser las víctimas que todos creen: la adolescente portaba un arma y durante el enfrentamiento con elementos del Ejército disparó. Fue abatida junto con los otros 21 civiles en una bodega del municipio mexiquense.
Es la versión de Patricia, de 29 años de edad, sobreviviente del enfrentamiento entre sicarios y militares ocurrido el 30 de junio de 2014. Su identidad se corroboró con documentos que forman parte de la investigación del caso. Habla con EL UNIVERSAL, en la primera entrevista que concede, sobre lo que vivió esa madrugada.
Su historia contrasta con la de Clara Gómez —la testigo que ante la Procuraduría General de la República (PGR) se identificó con el nombre de Julia, y fue clave en el expediente contra los militares acusados del homicidio de siete de los civiles—.
Clara ha dicho que Érika, su hija de 15 años que murió en el lugar, estaba secuestrada por el grupo armado y que ella estaba esa noche en el lugar del enfrentamiento porque había llegado para recuperarla. Patricia, sin embargo, afirma que ambas estuvieron ahí por su voluntad y que acompañaban a los integrantes del grupo armado que chocó con el Ejército.
A dos años del episodio, Patricia decide hablar sobre lo que vivió. Explica que llegó al sitio en el que estaba el grupo armado para dar sexoservicio, pero ahí encontró por casualidad a su novio, quien la mantuvo a su lado, lo que le permitió conocer durante los cuatro días previos a los hechos a otras mujeres que convivían con ellos.
Entre ellas estaba también Cynthia Nava, recuerda, otra de las sobrevivientes, quien también hacía compañía a los integrantes de la organización delictiva.
¿Cómo llegaste a Tlatlaya?
—Me contrataron como sexoservidora. Una chava me ofreció que me iban a pagar por mi servicio si me presentaba, porque en ese tiempo a eso me dedicaba. Acepté porque de ahí saco dinero para mis hijos. Me dijo: “Pues vente a Palmar Chico en un taxi, aquí se te va a pagar”. Me bañé y me fui. Dijeron que en una iglesia me iban a recoger. Cuando llegué había una camioneta blanca con unos 12 hombres armados, más o menos. Era el jueves 26 de junio.
Después nos movimos a otro lugar de terracería. Había unas 30 camionetas con hombres armados. Cuando llegué ahí vi a Cynthia [la joven que también sobrevivió], vi a la que en paz descanse, la hija de Clara [Érika], una chava que iba en el carro y había otra, que era hermana de Cynthia. Me pidieron que me bajara de la camioneta. Me ordenaron: “Pues tú vas con un comandante”; así se les dice, por sus rangos.
Patricia tuvo otra suerte. En el lugar encontró al hombre que era su novio desde enero de 2014 y se quedó con él, no tuvo que estar con otro integrante del grupo. Él decidió protegerla, puesto que además ella estaba esperando a su hijo: tenía dos meses de embarazo en ese momento, relata.
¿Tu pareja te dijo a qué organización pertenecían estos grupos?
—Él nunca me mencionó ni de qué organización y [sólo dijo que] su castigo iba a ser estar seis meses armado y luchando contra los que llegaran ahí.
Asegura que su pareja trató que ella no conociera detalles sobre la operación del grupo, para no exponerla más. “Entre menos sepas, mejor, me decía”, pero la hizo acompañarlo a por lo menos dos lugares distintos en los que se refugiaba el grupo.
“Nos movimos a otro lugar [cuya ubicación no sabe precisar]. Las otras se iban, después llegaban, volvían a dar vueltas. La chava, la hija de Clara [Érika], andaba armada... no sé los calibres, pero era un arma”, afirma Patricia.
Recuerda: “llegué el día jueves a ese lugar como a las 10 de la noche... no sé el nombre, al lugar de terracería”. El viernes lo pasó con su pareja, quien de vez en cuando se ausentaba, según le dijo, para vigilar que no se acercaran extraños.
Al tercer día, el sábado, hubo una fiesta. “Una de las chavas, la hija de Clara, se me acercó con Cynthia para pedirme mis pinturas; como yo no quise bajar a la reunión, por lo mismo de que la gente no me conociera, me buscaron a donde estaba y me preguntaron que si traía pinturas. Yo les dije que la verdad no. Como todo el tiempo yo andaba pintada pues vieron que sí traía, pero me negué”, relata sobre uno de los momentos en que tuvo contacto con las otras jóvenes que acompañaban al grupo.
Patricia explica que llegó a preguntar cuánto tiempo tenían esas mujeres ahí. “Me contaron que eran de Arcelia, dos hermanas y otra chava que se la pasaba con ellas, que tenían más o menos de 15 a 20 días, y que hasta llevaban puesta la misma ropa”.
La organización tuvo que cambiar de ubicación una vez más. Ella sólo recibió la indicación de su pareja: “Nos vamos a tener que mover, y tienes que hacerlo junto conmigo”. Su destino era la bodega de Tlatlaya, en el Estado de México.
“Llegamos a esa bodega. Se iban a estacionar un rato a descansar [los hombres armados], porque estaba lloviendo y aparte una de las personas de alto poder que llevan el mando fue a un hotel, a bañarse..., quién sabe a cuál, pero se fueron. Fue cuando pasó todo, domingo para amanecer lunes”.
La llamada
Patricia detalla que el contacto que tuvo con Clara antes del enfrentamiento fue a través de una llamada telefónica, después de que uno de los hombres le pidió prestado su celular, puesto que ella era de las pocas personas que aún tenían batería.
El sujeto le dio dos números; al marcar uno de ellos, la mujer que respondió, de nombre Clara, asegura, recibió indicaciones para acudir a la bodega.
La testigo relata que el hombre que le pidió hacer la llamada le dio la siguiente instrucción: “Te va a contestar una chava, una persona que se llama Clara. Le dices que va el taxi, que se prepare, que esté lista, para que no esté esperando el taxi”.
Recuerda que habló con Clara y le indicó: “Que se venga a donde usted ya sabe, que estamos en la bodega”. La mujer del otro lado de la línea respondió: “Ah, ok, sí, está bien, yo allá llego. El taxi sabe también dónde, ¿verdad?”. Patricia afirma que esa fue toda la conversación y colgó.
Las últimas horas
La joven relata que esa noche estaba con su novio. Se fueron a la parte trasera del lugar, hacia la derecha. Ante las dimensiones de la bodega, detalla, adentro también había tres camionetas.
Era de noche, lloviznaba y estaba oscuro. Su pareja se fue a hacer un rondín de guardia. “Escuché que llegó un carro y oí voces”, pero no trató de averiguar si la persona que llegó se trataba de la mujer a la que esperaban, a la de nombre Clara, que le respondió el teléfono. Patricia volvió a dormir.
¿Qué ocurrió?
—En la madrugada empecé escuchar balazos, se oían de afuera para adentro. Todos empezaron a gritar que les habían caído los contras. Se detuvieron los balazos y empezaron a decir que eran militares. Las palabras de los otros fueron: “Ríndanse, llegó el Ejército Mexicano”.
Me quedé acostada y arrastrándome llegué más a la esquina todavía, y había un block, como de 20 centímetros. Lo que hice fue cubrirme el tórax. Dije: “Si me llega a dar una bala en el pie no importa, mientras no me dé en el cuerpo”.
Agaché la cara, casi me doblé para que me cubriera todo el block. Se acercó la chava, Cynthia, y me dice: “¿Qué hacemos?”.
Patricia recuerda esos momentos de miedo en los que pensó que moriría. Tuvo la idea de hacerse pasar como una víctima de secuestro, pensó en sus hijos, en que no la asociaran con el grupo.
Así surgió la idea y le pidió a Cynthia: “Amárrame. La verdad es que tengo hijos, amárrame, por favor”.
Las mujeres encontraron un alambre y también usaron las agujetas de sus botas, lo importante era fingir ser víctimas de plagio. Otros dos hombres que se acercaron a ellas también fueron atados con el mismo propósito, para que así los encontraran a los cuatro los elementos del Ejército cuando entraran al lugar tras cesar el tiroteo.
Después de amarrarse, ¿los cuatro estuvieron juntos en el mismo lugar?
—Quedamos juntos los cuatro, como si nos tuvieran tirados, aunque la chava se pegó más a mí…
¿Después cuánto tiempo pasó para que los encontraran?
—Cuando terminó el dizque enfrentamiento, los militares dijeron que iban a entrar a revisar y que si había alguien adentro que iban a disparar contra los que estuvieran. Grité: “¡No disparen, habemos personas amarradas, secuestradas!”.
Rememora que los soldados preguntaron si estaban armados. “Les respondí: ‘¿Cómo estamos armados?, si estamos amarrados’”, y les dijo que tampoco podían alzar las manos.
¿Qué fue de los hombres que estaban amarrados con ustedes?
—Están muertos.
¿Los que cayeron al lado de ustedes?
—No quiero meterme mucho en eso de los militares, porque pues, sea lo que sea, lo que hicieron o no o por qué lo hicieron es punto y aparte.
Dices que con la lámpara los ubicaron, los levantaron y se los llevaron a la oficina, a una accesoria de la bodega, ¿algo así?
—Sí, a un local.
¿Ellos no fueron con ustedes? ¿Sólo fueron las mujeres?
—Nos pasaron a todos, pero a los chavos los sacaron y después ya no supimos nada de ellos.
Madre e hija
Patricia asegura que en medio del tiroteo mientras intentaba sobrevivir, entre las escenas que vio y no puede olvidar, está la forma en que Érika, la adolescente que conoció en los últimos días, murió.
¿La hija de Clara dónde estaba?
—En la camioneta que estaba enfrente. Cuando empezó la balacera, cuando yo me iba a levantar, vi que ella sacó su arma y disparó; entonces, el otro chavo también disparó y cayeron juntos…
Recuerda que después de que concluyó el enfrentamiento los uniformados alumbraron la zona para revisar. Cuando alertaron que entrarían asegura que de una de las camionetas blancas que estaba estacionada en la bodega salió la mujer a quien después identificaría como Clara.
“Iba subiéndose el pantalón, abrochándose el botón del pantalón y rápido se amarró los tenis. Se bajó corriendo de la camioneta cuando escuchó que iban a entrar y empezó a gritar: “¡Mi hija, mi hija!”.
Los militares se acercaron a la mujer y le indicaron que si alguna de las dos jóvenes que estaban amarradas era su hija y respondió que no. La llevaron a donde estaba el cuerpo de la menor; fue cuando Clara identificó a Érika. “Creo que estaba muerta”, señala la testigo.
¿No viste nada más?
—No, yo vi a las personas que estaban tiradas, muertas. Sí eran varias, pero trato de no hablar de eso…
Patricia explica que tras asegurar el lugar los militares comenzaron a interrogar a las sobrevivientes. “Preguntaron cómo nos llamábamos, que de dónde éramos, en qué trabajábamos, qué hacíamos ahí; entonces, así, bajita la mano, Clara aseguró que iba a decir: ‘Yo vine por mi hija, que la tenían secuestrada, que vine por ella’”.
Cynthia y Patricia habían acordado también que se mantendrían firmes en su versión de que estaban secuestradas. Cada una de las sobrevivientes dio su versión.
“Cuando nos iban a tomar nuestra declaración nos separaron, porque llegaron más militares, llegaron más de Marina, o sea, llegó mucha gente, más los del Ministerio Público, de varios lugares..., peritos, no sé qué tanto. Entonces ya no nos tomaron declaración ahí. Los militares se portaron muy bien con nosotras, sea como sea. Después nos tomaron fotos, hubo muchos movimientos, nos sacaron por una puerta... muchas cosas pasaron ahí”, todo se volvió un caos ante un escenario de 22 civiles muertos en la bodega de Tlatlaya.
Patricia también habla de esas horas posteriores. Las sobrevivientes eran trasladadas a Tejupilco, en vehículos militares. En el trayecto a las mujeres les dieron permiso de pasar al baño.
La joven asegura que Clara aprovechó para decirles a ella y a Cynthia: “Nos vamos a aferrar a lo que vamos a decir allá, que yo fui por mi hija, y ella tenía a su hija desaparecida, y si les llegan a preguntar: ‘No, pues sí, somos secuestradas’, y de ahí no nos van a sacar”.
Molesta, ahora Patricia recuerda ese día. “Ahorita, de todo lo que está diciendo Clara las malas del cuento somos nosotras, más que nada yo. Yo no soy de la delincuencia. Sí acepto que trabajé como sexoservidora, pero cada quien tiene su razón. Nos critican porque creen que se agarra el trabajo más fácil, mas no saben la responsabilidad que uno tiene en casa. Yo mantenía a mi suegra, a mi cuñada y a mis hijos. Aparte de que mis hermanos están encerrados, todavía les mando dinero a ellos. O sea, la responsabilidad la tengo yo. Entonces, ¿por qué hago mi trabajo?, ¿por qué lo hacía? Pues por lo mismo. Yo no fui por ser delincuente o por robar o por matar o por nada.
¿Por qué crees que ella dice que formabas parte del grupo criminal?
—Siento que ella quiso echarme tierra porque ha de haber dicho: “Quemándola nunca se va a presentar, entonces yo puedo decir y hacer y deshacer con mi declaración”. Así como lo ha estado diciendo, que ella es víctima. Ella no es víctima, ella era mujer del señor que la mandó llamar, ¿si no por qué la mando llamar? En ese caso la hubiera contratado, porque si era sexoservidora y no quiso decirlo la hubieran contratado por alguien. Él la mandó llamar directamente y eso me consta porque yo hice la llamada.
Su hija no era secuestrada ni estaba perdida desde hacía días. Incluso, he escuchado que los hijos de la señora o hermanos de la que en paz descanse dijeron que nunca estaba en casa la chamaca, siendo de 16 años... creo que esa edad dicen que tenía. A esa edad la chamaca tiene que estar en su casa. Yo tengo una hija de 13 años y está en mi casa, no está en la calle.
Durante los días que estuviste con el grupo, ¿cuántas veces lograste ver a la hija de Clara ahí?
—Todos los días.
¿Cómo se comportaba ella?, ¿con qué familiaridad se conducía?
—Pues tomaban, se drogaban..., igual las otras. A mí no me gusta la droga; no voy a decir que no la he probado, sí la he probado, sí tomo y lo sigo haciendo, porque es un gusto de cada quien, pero en ese momento, como tenía meses con el chavo, yo estaba embarazada, iba a cumplir apenas dos meses, entonces él lo que trataba de hacer es que yo no tomara ni que probara la droga ni nada, por lo mismo del feto que venía, y que desgraciadamente se me vino, me imagino que por el susto. Y ellas sí convivían, andaban para arriba y para abajo con todos.
¿Y a tu pareja qué le pasó?
—Está muerto. Murieron todos los que estaban ahí.
Patricia asegura que además de lo que enfrentó en la bodega, durante la primera etapa de investigación, cuando fueron trasladadas ante la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, las testigos fueron torturadas.
¿Ustedes fueron torturadas?
—Sí, fue cierto, por parte del Ministerio Público. Los militares no, los militares nos trataron muy bien hasta que nos llevaron al lugar, y llegamos a Toluca y ahí fue donde hubo tortura. Es muy feo recordar, he tratado de olvidar, no es bonito que te tapen la cara con una bolsa y no poder respirar.
¿Hicieron preguntas en específico?, ¿te querían implicar?
—Cuando me torturaron querían que yo dijera a qué me dedicaba y cómo llegué ahí; entonces, como yo me aferré a que era secuestrada me dijeron: “No, di la verdad” (...) Al final confesé: “Bueno, la verdad es que sí fui contratada para un servicio, pero no, yo no pertenezco a esa gente”. “¿Y de qué delincuencia eran?”, “no, pues yo no sé...”.
¿En qué momento te decides a contar lo que ocurrió? Han pasado dos años, hasta ahora sólo Clara había hablado.
—Mire, de todas las versiones que ella ha dicho he estado un poco al pendiente. A mí me ha causado problemas, me han querido sacar dinero de algo que yo no tengo. Mucha gente piensa que a mí el gobierno me dio dinero y no me ha dado. Yo me he armado de valor, porque no es bonito recordar, y he tratado de olvidar, pues la verdad se perdieron dos vidas que yo quería en ese lugar, el hijo que esperaba y alguien de quien me había ya encariñado.
Pero de lo que Clara ha estado diciendo, me ha estado causando problemas, no con la ley, no con los mafiosos, sino que la gente que empieza a señalarme. Entonces digo: “No, ya basta”. Lo que sea, hay que sacar la verdad: Clara no es víctima; Cynthia que me perdone, [pero] no es víctima (...) Ha de haber dicho: “Nadie se va a armar de valor para venir a contradecirme”.
Patricia añade que “no tienen nada que decir de mí, si ella dice que soy prostituta o sexoservidora, que lo diga. A mucha honra, lo acepto, siempre lo he dicho, no me espanta. Lo único que quiero es que me deje, que diga la verdad, que ella fue, que su hija igual, también estaban [en la bodega de Tlatlaya] por su voluntad.
¿Hacia dónde ves tu futuro?
—No sé. Lo único que quiero es que se acabe porque no es bonito recordarlo, y si esa señora Clara sigue sacando y sacando cosas vuelve a renacer todo. Sí, sé que todo mundo quiere saber qué pasó en realidad. Sí, no fue balacera, pero tampoco fue otra cosa. Se juntaron las dos cosas (...) Creo que no, no van a volver a saber otra vez qué pasó.
Cuándo dices que no se sabrá lo que pasó realmente, ¿decides callar porque temes represalias?
—Por represalias, más que nada. Pues tuvimos tortura con el gobierno [estatal] y ahorita sé que los militares están fuera; entonces, no vaya a ser la de malas que al rato digan dónde vive ésta o vamos a donde está o desquitarse, ¿no? O sea, prefiero que no sepan qué pasó en realidad con los militares ese día.
¿Hoy vives con miedo?
—Sí, más que nada por mis hijos.
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"OPERACION OAXACA ?",MAS de 25 MIL MARINOS,SOLDADOS y POLICIAS para "APACIGUAR a la CNTE"...

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En los próximos días, tal, y como lo anticipó el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, el conflicto magisterial que tiene a Oaxaca paralizada y al borde del colapso, será resuelto mediante la aplicación racional de la fuerza.

Para lograrlo, el gobierno federal está concentrando militares, marinos  y policías en varios estados a fin de desplegar por aire y tierra a un contingente cercano a los 25 mil efectivos.

Lo que se busca es tomar los accesos de Oaxaca y liberarlos con un golpe de mano simultáneo, que permita retirar todos los bloqueos que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y otras organizaciones simpatizantes han establecido en prácticamente todas as entradas carreteras a la capital del estado.

Desde los cuarteles se habla del despliegue de Policía Militar, de compañías de Infantería de Marina y de Policías Federales y Gendarmería para recuperar Oaxaca en cosa de dos o tres. El propio Osorio Chong adelantó sutilmente este escenario hace dos días pero sin entrar en detalles.

El secretario de Gobernación se limitó a anunciar que en unos días más Oaxaca regresaría a la normalidad. 

Fuente.-Redacción
Estado Mayor MX