viernes, 25 de diciembre de 2015

EL "DESLEAL INFORMANTE" de LORET de MOLA.





Con escuchar el intercambio de discursos entre Emilio Lozoya y Romero Deschamps en la comida de fin de año del sindicato en el salón de actos de la Sección 34 que encabeza Héctor Sosa, el informante no se habría atrevido a mentir con tal descaro al ‘Saciamorbos’.

Carlos Loret de Mola es uno de los columnistas mejor informados del país; no hay misterio, sabe hacer su trabajo y disfruta además de espacios en periódico, radio, televisión, sumamente atractivos para quienes poseen y manejan la información.
Por ejemplo, gracias a ciertos sectores del gobierno que lo surten cotidianamente conocemos detalles vitales de la fuga de ‘El Chapo’; de los que ciertas autoridades se enteraron quizá hasta leerlos en su columna de El Universal.
Vaya, hasta lo “verdaderamente asombroso” en el segundo episodio de la escapatoria de Joaquín Guzmán, que Arely Gómez prometió revelar, fue divulgado por él antes que la procuradora abriera la boca; en realidad la funcionaria aún la mantiene cerrada porque lo que iba a decir lo adelantó Loret.
Una de las últimas revelaciones del reportero es el supuesto pleito entre la señora Gómez y el secretario de Gobernación que, sin duda existe; en cambio, no son novedad los encontronazos de Miguel Osorio Chong con su colega Luis Videgaray.
Sin embargo, como ocurre a todos los columnistas, Loret no se libra de la proclividad manipuladora de quienes filtran información; de hecho, de eso se trata el juego.
Aunque por lo general sus fuentes no lo engañan, en especial cuando los temas tienen que ver con la PGR, no es lo mismo en otros, en los que la manipulación es evidente.
Por ejemplo, en su penúltima entrega a El Universal se concretó a transcribir los datos sobre la industria petrolera que Emilio Lozoya le dio en una entrevista, pero al final de la columna, en el apartado llamado “Saciamorbos”, exhibió su desconocimiento absoluto de lo ocurrido en la reciente negociación de Pemex con el sindicato petrolero en materia de pensiones.
Es evidente que no fue el director de la empresa productiva del Estado quien le dijo que en Los Pinos barajaron la propuesta de mostrar al dirigente petrolero  un “puente de plata” para mandar una “señal anticorrupción” y que Carlos Romero Deschamps aceptó la renegociación de las pensiones para garantizar su permanencia como líder en lo que resta del sexenio.
Lozoya no habría podido susurrar semejante mentira al oído de Loret porque sabe que no hubo tal; entonces ¿quién fue?
Carlos debe reclamar a su informante haberlo embarcado en una afirmación insostenible. Con preguntar a Emilio cómo ocurrió la negociación de las jubilaciones se habría enterado que el director y el dirigente firmaron cuando faltaban unos cuantos minutos para que las partes se fueran a una tercera prórroga que habría sido histórica en la historia petrolera del país y, en muchas formas, catastrófica.
No se puede hablar de que Los Pinos, léase el Presidente Peña Nieto, pensaron en tender un “puente de plata” a Romero Deschamps para concluir su carrera sindical y que para  mantenerse como líder los próximos 3 años,  aceptara sin pelear los términos impuestos.
¿Cómo pudo existir la oferta del “puente de plata” y la aceptación por parte de Romero Deschamps, si el dirigente firmó sólo después de que en el último minuto, cuando el plazo legal concluía, Lozoya regresó a la mesa que había abandonado y admitió lo que con mucha anticipación los grupos negociadores habían acordado?
El informante de Carlos no fue leal con él. En ningún momento Peña Nieto tendió o pensó en tender un puente de plata a Romero Deschamps ni éste aceptó términos contrarios a los trabajadores para permanecer.
No lo hizo ni siquiera en tiempos pasados cuando le ofrecieron la gubernatura de Hidalgo y una comisión millonaria por la venta de los activos de la Petroquímica.
IMPACTO está entre los pocos que conocen a detalle lo ocurrido durante los meses transcurridos durante las negociaciones de la revisión salarial y del nuevo régimen de pensiones, y lo publicó con puntualidad.
Más allá de lo que ocurra a la industria petrolera mexicana dependiente de una variable sin control, como lo es la movilización de los precios internacionales del petróleo, Lozoya y Romero Deschamps merecen reconocimiento.
Libraron una cruenta batalla con Miguel Osorio Chong de mediador, en la que al final se impusieron la viabilidad de la empresa y los derechos de los trabajadores.
Si el desleal informante de Loret hubiese estado atento a los encuentros posteriores al acuerdo del régimen de pensiones que tenía casi 80 años sin modificación, del Presidente Peña Nieto con Romero Deschamps en Tula y en la comida con los senadores en Los Pinos, no se habría atrevido a hablar al reportero del risible “puente de plata” que, como cualquiera que lo conoce sabe, el dirigente jamás habría aceptado.
Habría bastado una mera insinuación de aceptar lesión a los derechos de los trabajadores a cambio de lo que sea o de nada, para que el dirigente se hubiese marchado sin pestañear siquiera.
El problema es que sin ser imprescindible, sin él sobrevendría en automático la fragmentación de un sindicato que no cualquiera puede mantener unido y leal al país y a Pemex, como lo demostró en la era panista cuando Vicente Fox y Felipe Calderón pretendieron arrebatarle el control y meterlo a la cárcel.
Vaya, con escuchar el intercambio de discursos entre Lozoya y Romero Deschamps en la comida de fin de año del sindicato en el salón de actos de la Sección 34 que encabeza Héctor Sosa, el informante no se habría atrevido a mentir con tal descaro al “Saciamorbos”.

fuente.-

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